Ser, sentir o identificares con una identidad es un sentimiento tan olvidado o despreciado por algunos como utilizado y exagerado por otros. Afortunadamente quedan personas que saben que mantener una cultura con señas de identidad y unirla a un proyecto común de progreso ha sido uno de los engranajes para el avance de muchos pueblos. Fue la semilla del nacionalismo uno de los factores que fomentó el enfrentamiento de los pueblos en contra de las monarquías absolutistas del congreso de Viena; Pero conviene recordar que también fue el nacionalismo, usado como instrumento para sembrar el miedo y el odio, el motor de muchas guerras y nuevos absolutismos.
Existen sentimientos regionalistas en casi toda España despreciados por el nacionalismo centralista de corte más rancio. Porque la diversidad es progreso, es cultura, es buscar un futuro conociendo el pasado, algo poco conveniente para algunos feudos políticos. Algunos sentimientos identitarios son reconocidos como el gallego, vasco o andaluz y otros se intentan recuperar como el leones. Todos son buenos en la medida que se ejercen desde el respeto a otros y el hermanamiento para un bien común, aunque suponga la existencia de 44 millones de identidades.
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